“Dale una máscara a un hombre y te dirá la verdad”:
Oscar Wilde.
“A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan.
Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro”:
G. K. Chesterton.
Por Roque Herrera Michel,
Psicólogo
Uno de los componentes imprescindibles de los carnavales de cualquier lugar del mundo es el disfraz.
La sociedad ha instituido anualmente la licencia de 4 días festivos para que las personas se transformen y den rienda suelta a su fantasía y creatividad utilizando ornamentas de acuerdo con su ingenio, gusto y personalidad.
Teniendo en cuenta la premisa de que “en Carnaval todo se olvida”, los expertos en salud mental han concluido que los carnavales son una terapia necesaria que le da al celebrante la oportunidad de divertirse y vivir en un mundo imaginario, ciertas “locuras” las cuales le hacen olvidar las penas, las angustias y el estrés de su vida cotidiana.
Bajo el mágico efecto de la música, una máscara y, en ocasiones, algunos tragos el enmascarado sale a divertirse sin temor a ser juzgados por su aspecto. La disimulación, el engaño, la burla, el no ser uno por unos días sirven de válvula de escape para expulsar energías tóxicas reprimidas durante el resto del año.
Es así como utilizando un disfraz las personas se empoderan sintiéndose capaces de hacer cualquier cosa. Detrás de una máscara se proyectan impulsos o sentimientos que permanecen ocultos en su vida cotidiana y de esa manera fugarse de la locura de estar cuerdos probando ser alguien distinto.
¿POR QUÉ NOS DISFRAZAMOS EN CARNAVAL Y EN OTRAS OCASIONES?
El ser humano no solo se disfraza en carnavales sino también para Halloween y otras festividades que se realizan a lo largo del año (Navidad, Semana Santa, fiestas populares, etc.). Fue Italia la cuna del disfraz en Carnaval, pero ellos también fueron desarrollados en España y Alemania y más tarde en los países hispanoparlantes.
Pensándolo bien, todos los días del año nos disfrazamos. La vestimenta diaria que nos ponemos no deja de ser una especie de máscara ante el mundo. Es más, hay personas a las que les gusta tanto el carnaval que viven todo el año con máscaras.
El reconocido psicoanalista suizo Carl G. Jung acuñó el concepto de “máscara” como la imagen pública que queremos proyectar a los demás, una “construcción ideal” que, mal manejada, nos puede alejar de nuestro verdadero YO hasta transformarnos en alguien cuya personalidad está atrapada en sus múltiples máscaras.
Entre las múltiples razones por las que los seres humanos se disfrazan se pueden mencionar:
· Encontrar un pretexto para salir de la rutina y descontrolarse experimentando nuevas emociones con personas diferentes que también están viviendo el carnaval.
· De manera velada sacar a la luz pública los más escondidos deseos.
· Jugar como niños a ser otros asumiendo una identidad distinta con mayor poder, estatus e incidencia social.
· Permite a las personas tímidas o con miedo a ser rechazadas por otros, pasar desapercibidas y desarrollar habilidades sociales. Mediante una careta ellas se sienten menos expuestas y juzgadas.
· Escapar de la rutina y liberar las tensiones y el estrés que les agobia.
· Esconderse detrás de una máscara al menos una vez al año sin ningún ápice de vergüenza, concede la posibilidad de liberarse y romper ciertas normas sociales en que se está preso todos los días.
· Para entusiasmarse y romper con la rutina diaria sintiéndonos atractivos y sensuales para otros, conectándonos con otras personas en un nivel diferente.
· Se pueden manifestar inconformidad ante situaciones sociales con las que no se está de acuerdo. Es una forma de rebelarse y provocar reacciones entre la gente. A veces ciertos disfraces personifican a políticos corruptos como una forma de denunciar abusos sociales reivindicando ideas o mostrando posturas ante lo que se considera que son injustas
· Simple y llanamente… “porque me da la gana y quiero sentirme bien y vacilarla”. Es una razón más que válida para disfrazarse en estos carnavales.
Y si no quieres disfrazarte…, no te disfraces. Pero eso sí, no obligues a tus niños o adolescentes a disfrazarse si no les gusta. Hay que respetar que existen seres que nunca se disfrazan por cuestiones de temperamento, o porque no quieren “hacer el ridículo” o porque consideran suficiente estar “disfrazados” todo el año con la máscara que se ponen a diario para salir a la calle a trabajar o a hacer otras actividades.
DISFRAZ Y PERSONALIDAD: ¿QUÉ HAY DETRÁS DEL DISFRAZ QUE ELEGIMOS?
Los estudiosos del comportamiento humano han llegado a la conclusión de que la escogencia de un disfraz por encima de otro dice mucho de la personalidad de quien celebra al carnaval.
En un estudio publicado en 2015 por la revista científica “Psicología Social y Ciencias de la Personalidad” (JPSP) los autores M.L. Slepian y S. Ferber de la Universidad de Columbia expusieran que “el tipo de ropa formal o informal que utilicemos marca nuestra actitud o personalidad”.
Es así con el paso del tiempo en los diferentes carnavales del mundo han ido surgiendo de manera espontánea una serie de figuras y personajes que en cada lugar adquieren personalidad propia
El significado psicológico de los disfraces que a continuación se relacionan son una aproximación, más no es algo que se cumpla en todos los casos:
· Disfraces exagerados diseñados para provocar la risa de la gente. Ejemplo: Las muñeconas, los enanos cabezones, la hormiga gigante, las negras Bollongas (hombres disfrazados de mujeres que venden bollos), etc. suelen ser personas que poseen dotes teatrales y buscan llamar la atención y ser reconocidos por otros. El psicólogo Manuel Nevado, vicepresidente de la Fundación “Psicología Sin Fronteras” menciona que puede estar relacionado con personalidades histriónicas donde se quiere sacar la parte teatral que todos tenemos”.
· Disfraces lanzados o “sexis”( Ejemplo: mujer provocativa o sensual, vestidos semidesnudos, etc.). quieren sacar a la luz pública su lado más pícaro o ”lanzado”, que normalmente no muestran y que suele estar reprimida en su cotidianidad.
· Disfraces de personajes históricos o famosos del mundo, de la televisión o de una canción de moda (El Papa Francisco, Cantinflas, el Zorro, El Mohicano dorado, los indios caribeños, etc.) Estos disfraces pueden simbolizar por un lado la admiración o simpatía y deseos de ser como el personaje escogido. A su vez puede reflejar poseer una personalidad que añora el pasado.
· Disfraces de sucesos del momento: (la “barriga de trapo”, “la nieve del Junior”, etc.), De reproducir burlescamente y de manera teatral una novela televisiva o un hecho acontecido en los últimos meses en la ciudad, el país o el mundo.
· Disfraces de políticos famosos ( Ejemplo: Trump, Hitler, Chávez, Maduro, el presidente colombiano de cada año, etc.) Suelen representar una parodia jocosa del personaje elegido y deseos de ser alguien con poder. Reflejan descontento con su propia identidad, anhelos de ser líderes. Sueños de poder y de grandeza.
· Disfraces de superhéroe (Ejemplo: Superman, Batman, etc.) Similar al anterior existe posibilidad de que sean escogidos por personas con problemas de autoestima las cuales anhelan ser poderosas y socialmente reconocidas como salvadoras.
· Disfraces infantiles (Ejemplo: bebés, El chavo del 8, personajes de dibujos animados o películas, etc.) Mediante esta regresión ellos buscan sacar a flote el niño que ha dejado de ser y encontrarse con él por unas horas. Quiere divertirse volviendo a ser un chiquillo, dependiente de mayores y sin mayores responsabilidades.
· Disfraces en que no se ve el rostro (Ejemplo: mascaras, Congos, Monocucos, marimonda, payaso, las negritas Puloy, etc.) Buscan el anonimato para ser totalmente ajenos al juicio social y sentirte libre. Esta persona quiere actuar desde la clandestinidad y el anonimato. Un ejemplo famoso es el disfraz de “monocuco” que surgió hace décadas con el propósito de algunos hombres ricos que buscaban proteger su identidad para acercarse a sus amantes secretas o a algunas mujeres de una posición económica inferior.
Otro disfraz de mucha acogida últimamente en que se tapan el rostro ha sido la de las “negritas Puloy” surgido a partir de una marca de un detergente. Las mujeres de esta comparsa simulan ser empleadas del servicio de raza negra. El atractivo disfraz se caracteriza por que las danzantes se tapan la cara con una tela negra (en cuya mitad se coloca una boca roja también de tela), usan medias negras largas, vestido de fondo blanco con bolas rojas, un turbante, unas argollas grandes como aretes, medias que hacen de guantes y unas baletas.En un estudio de la Uninorte dirigido por la filósofa y docente Mónica Gontovnik se mencionó que “en principio la idea era entrar a los bailes de carnaval donde mujeres sin parejo no tenían acceso”. Según la investigadora este disfraz “tapa una realidad de exclusión racial en Latinoamérica”. Con el tiempo este disfraz se sofisticó (cambiaron la utilería de aseo por unos paraguas vistosos y las baletas por unas zapatillas altas) “pasando de ser el estereotipo de la sirvienta negra al de una “mulata sabrosa y sensual”, con la que la mujer barranquillera del siglo XXI se pueda identificar” concluye el estudio.
· Disfraz de loco: Simboliza el descontrol, la desinhibición. La persona que usa este disfraz suele vestirse con harapos, la cara sucia, los ojos desorbitados y asume una actitud agresiva y desafiante. Quien se disfraza de orate desea dejar salir su yo más desquiciado y desenfrenado. La creadora de este popular disfraz del carnaval de Barranquilla, la cosmetóloga Ninfa Barros, expresó en una entrevista que “este disfraz “busca romper el miedo al ridículo y oponerse a la cordura durante los días de carnaval”.
· Disfraces de protesta o inconformidad ante hechos sociales: En ocasiones se utilizan estas festividades como canal para manifestar el descontento de una parte de la ciudadanía por situaciones que ocurren en su región, el país o el mundo. Son disfraces reivindicativos, sobre las temáticas más actualizadas difundidas por los medios o las redes.
Algunos montan performances y sainetes graciosos mediante la cual critican y ridiculizan situaciones escandalosas o hechos de corrupción últimamente ocurridos. Uno de los disfraces más tradicionales del Carnaval de Barranquilla es el de la “Marimonda” personaje irreverente, burlón, jocoso y “mamador de gallo” el cual usa un pintoresco traje lleno de parches, chaleco, corbata, el pantalón al revés y un silbato “pea pea” que suena para incomodar y ridiculizar a las personas y en especial a los poderosos.
· Disfraces de animales (torito, tigre, gorila, etc): Tienen diversas motivaciones. Disfrazarse de un mono revoltoso puede tener un toque infantil regresivo y jocoso pues quienes portan del disfraz con su palito de matarratón intentan robarles pertenencias a los espectadores, teniendo en cuenta la fama que tienen estos animales de entrar a las casas y tomar las cosas sin permiso. Quien lo hace de león o de gorila busca empoderarse mostrando a los demás una fuerza instintiva que tal vez no posee en grado muy alto.
· Disfraces de personas de sexo contrario (hombres disfrazados de mujer, ridiculización de homosexuales, etc.) Es uno de los disfraces más controvertidos y con interpretación más diversa. Por un lado, alguien que se disfraza de una persona del sexo opuesto puede manifestar la necesidad de expresar tendencias sexuales que lleva dentro pero que no muestra en su día a día. Existen otras personas festivas que se ponen atuendos propios del sexo contrario sólo con intención exhibicionista o por querer llamar la atención.
Una de las más célebres personificaciones de alguien del sexo contrario en el Carnaval de Barranquilla fue la de “María Moñitos” creada como “mamadera de gallo” por el guajiro Emil Castellanos. Su disfraz era la caracterización de una mujer sexy y exagerada vestida con colores llamativos, tacones altos y en su cabeza llevaba una peluca hecha de coloridos moños con tiras de papel metalizado. Durante los desfiles coquetamente lanzaba besos y caricias incomodando a los asistentes hombres que escapaban cuando la veían.
· Disfraz de la muerte: (calaveras con guadañas, danza del garabato, Drácula, etc.) Estos celebrantes quieren exaltar la vida en lugar de lamentar la muerte a la que tratan de espantar. En efecto, una de las danzas más representativas del Carnaval de Barranquilla es la del garabato en la que, en medio del escalofrío de los asistentes, se escenifica la lucha entre la vida y la muerte. Esta titánica batalla, en medio del baile, siempre la gana la vida. La muerte es representada por disfrazados de calavera, que se oponen a que haya alegría y goce en el Carnaval, pero obviamente nunca conseguirán su objetivo.
Otro disfraz del carnaval de Barranquilla relacionado con la muerte fue el de Drácula creado por el soledeño Benjamín García y cuya historia hizo famosa Ernesto McCausland a través de la película “El último Carnaval”. Benjamín durante 33 años se disfrazó de Drácula, pero con el tiempo se identificó tanto con el personaje que terminó trastornando su personalidad. Por esto, un psiquiatra le ordenó a Benjamín no volver a disfrazarse de Drácula.
· Disfraces que resaltan hechos actuales o históricos de nuestra realidad colombiana o las raíces autóctonas: Tal es el caso del “Descabezado” ideado por Ismael Escorcia, un desplazado de Calamar, Bolívar, que durante su niñez veía pasar flotando cadáveres sin cabeza por el río Magdalena. Ya aquí en Barranquilla diseñó “El Descabezado” luego del asesinato hace 70 años de Jorge E. Gaitán como un homenaje a él, a las víctimas de la violencia y a los muertos de la masacre de las bananeras.
Otro ejemplo llamativo es el del Baile de las Farotas de Talaigua tradición (Bolívar) ejecutada por hombres con vestimentas femeninas que conmemora la leyenda de los guerreros farotos que vengaron a sus mujeres en la época de la colonia.
Un disfraz que resalta nuestras raíces autóctonas es el del malambero Carlos Cervantes, autor de “ El Mohicano Dorado” mediante el cual homenajeó a la leyenda indígena colombiana de El Dorado. También se puede mencionar la curiosa gesticulación de los miembros pintados de negro de la danza “Son de negros” que resalta a los afrodescendientes.
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