“Carrizal es un lugar cercano a La Junta, La Guajira, donde nacieron muchos de los Hinojosa, del que hace parte Pema, la madre de Elvira Antonia Maestre, quien tuvo la fortuna de darle vida a un genio de las cualidades de Diomedes Díaz Maestre. Allí, a finales de 1975, fui con Jorge Oñate a buscar las canciones, que luego grabaría con Nicolás Mendoza Daza. Esa alegría que expresó toda esa familia al ver llegar a Jorge fue inmensa. Ya Diomedes y yo nos habíamos conocido en el Concurso del Colegio Nacional Loperena. Llegamos en la Toyota que tenía el cantante vallenato. Allí conocí a la madre de Diomedes, quien se llenó de alegría al decirle que era nieto de Tomás Gregorio Hinojosa Mendoza e hijo de Juanita Hinojosa Rubio, su familia cercana. Fue un encuentro fraterno con una familia, mi familia, llenos de humildad, sencillez y una sonrisa a flor de piel. Recuerdo ese abrazo de Diomedes con Jorge y de este con la madre, de quien luego sería una figura cimera del Vallenato. Nos regresamos al final de la tarde con un casete que el artista no se cansó de escuchar en todo el trayecto.
Tiempo después, la historia real nos dice, que esa mujer humilde con su compañero Rafael María Díaz, le brindarían a la cultura musical de Colombia un talentoso artista que inundó con su música, el sentimiento de un muchacho y luego, del consolidado creador, que elevó a una música de campesinos, que, como él, de manera natural lograron ponerle melodía a su vida cotidiana.
Esa mujer sencilla, ya no está con nosotros, se fue a hacerle compañía al hombre que la enamoró y con quien tuvo sus hijos, al hijo que fue su todo, a Diomedes de sus entrañas, el mismo que al partir le dejó un dolor eterno, que se sumó al que vivió al ver partir a su nieto Martín Elías, una promesa que llenó de esperanza a la música vallenata, quien -en su corto vuelo- ratificó el ADN dejado por su padre. Todos se han ido, dejando un extraño dolor, porque se hicieron querer en la vida terrenal. A ellos, ¡bendiciones!”. Fercahino.