Es la reflexión que estamos llamados a hacernos no solo los educadores.
Por: José Consuegra Bolívar

Los tiempos actuales motivan a adicionarle al papel trascendente que ha tenido la educación en el desarrollo de la humanidad nuevos roles para responder a los retos del futuro inmediato y a largo plazo. Es la reflexión que estamos llamados a hacernos no solo los educadores sino la sociedad en general, pues es necesario construir espacios educativos virtuosos en medio de la complejidad y la incertidumbre de los fenómenos sociales del presente, con el fin de impulsar compromisos históricos como la equidad, la inclusión social, el bienestar general, la justicia, la democracia y la paz. Se hace perentorio reflexionar sobre la sociedad y los sistemas educativos para adaptarnos a la realidad, anticiparnos a problemáticas venideras y tomar decisiones oportunas. En su informe “Tendencias globales que moldean la educación 2025”, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) ofrece elementos claves para el análisis del sector, clasificados en cuatro puntos macro.
El primero aborda el escenario geopolítico con conflictos globales en aumento y tensiones, con consecuencias directas como las migraciones masivas forzadas, que afectan aspectos como los presupuestos públicos, interrumpen la prestación del servicio educativo y, por supuesto, lesionan la salud mental de las personas, principalmente de los estudiantes. Esto, según el informe, “requiere que los sistemas educativos trabajen junto con otros sectores públicos para contribuir a la cohesión social y apoyar a los recién llegados en la adquisición de las habilidades necesarias para participar plenamente en la sociedad”.
El segundo punto, denominado Trabajo y progreso, analiza la transformación del mercado laboral por el desarrollo de la tecnología, que implica la automatización y creación de tareas, y los requerimientos de sostenibilidad por la crisis causada por el cambio climático, al igual que la creciente desigualdad social y económica que también puede exacerbarse por estas situaciones.
Otro aspecto abordado es la apatía que manifiestan los jóvenes frente a la escogencia de sus gobernantes, pero, al mismo tiempo, el incremento de movimientos y protestas por diferentes situaciones, en lo que se considera que la educación puede brindar herramientas para los nuevos debates y promover una ciudadanía activa. Se analiza, además, el auge del populismo, la polarización y la desinformación, panorama en el cual también es imprescindible que la educación impulse un pensamiento crítico.
“Las tecnologías digitales y las industrias culturales globalizadas han suscitado inquietudes sobre la supervivencia de las identidades locales, pero también hay indicios de que la digitalización está fomentando la diversidad lingüística y potenciando las expresiones culturales locales, además de apoyar diversas formas de autoexpresión, ya que cada vez hay más personas que se convierten en influencers y podcasters”, advierte la OCDE.
También, en cuanto a la salud mental, bastante afectada por la pandemia y el uso abusivo de medios digitales, entre otras situaciones, aumentaron los síntomas de depresión y el consumo de medicamentos. Debemos reflexionar sobre el rol de la educación para superar comportamientos y conductas de riesgo y fomentar el uso positivo de medios digitales.
Educar en un mundo en transformación es verdaderamente desafiante e implica juntar todas las miradas, conciliar puntos de vista y llegar a acuerdos para el abordaje de estos retos. El debate y el análisis en el sector de la educación deben estar permanentemente abiertos.