por Samira Navarro*
Mucho se habla de obesidad pero poco de la verdadera razón de su presencia en el mundo moderno, y poco de la percepción que se tiene de ella. Quizás hay estigmas sociales que no permiten a la comunidad identificarla como una enfermedad que está asociada a la aparición de otras, principalmente diabetes mellitus, hipertensión, hipotiroidismo y cáncer. Para nuestra fortuna, tenemos un sistema tan perfecto y completo que la conversión de la grasa en energía se hace en el organismo, en nuestros propios ¨transformadores de grasas¨. Ellos vienen integrados en nuestro maravilloso cuerpo humano, en esta máquina extraordinaria que el Creador ha diseñado sin error alguno. La grasa no se quema, se convierte en energía por medio de un proceso bioquímico de oxidación; no se elimina por la orina, porque su metabolismo no es renal. El proceso ocurre dentro de un orgánulo llamado mitocondria, que suministra la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular a partir de muchos combustibles, entre ellos los lípidos: por medio de un proceso bioquímico se rompen los ácidos grasos, entran a la mitocondria y ahí se oxidan. Su principal función es la oxidación de metabolitos (ciclo de krebs, beta-oxidación de ácidos grasos). Hoy en día con el ‘boom de lo light’, la vida ‘fitness’, y las redes sociales, se ha logrado en parte la desinformación a la población, lo que no corresponde a la ciencia. Y todos, con el afán de bajar su peso corporal, buscan soluciones milagro que no existen, logrando en algunos casos confundir a las personas y generar el efecto contrario; los pacientes que no han recibido una óptima orientación por el profesional empeoran su estado nutricional abusando de la ingesta calórica o consumo de alimentos en altas cantidades, comidas copiosas ricas en carbohidratos, y grasas poco saludables.
La solución para bajar de peso no es comer mayor cantidad de alimentos para acelerar el metabolismo. Las proteínas tienen un efecto mayor sobre la tasa metabólica, pero no es tan alto como para asegurar que dietas altas en proteínas bajan de peso. Es verdad que se gastan calorías en la digestión y procesos de absorción, pero no lo suficientes para equilibrar este gasto energético con una dieta alta en calorías. Tener hambre no es malo, es signo de buena salud; lo malo es el consumo de dietas altas en calorías a partir de grasas, carbohidratos refinados y azúcares. El hombre está diseñado para consumo energético moderado. Nuestro organismo fue creado para vivir de forma natural: nuestros ancestros comían variedad de plantas, raíces, nueces, semillas, vegetales, carnes y pescados; no comían frituras porque no existía esta deliciosa pero peligrosa invención del hombre moderno. El hombre de las cavernas realizaba ejercicio diario: o se movían o morían; era la forma natural de obtener alimento. Ya no es necesario realizar actividad física para comer, todo está al alcance de la mano; nuestros ancestros habitaron selvas y bosques, recorrían distancias un poco inferiores a cinco kilómetros. Con el cambio del clima se redujeron los bosques hace 2,5 millones de años y las caminatas para obtener alimento se alargaron de 7 a 15 kilómetros. Eran cazadores, recolectores, transportadores, cuidaban a sus hijos, cargaban leña, agua; hacían sus herramientas, requerían fuerza para construir; su trabajo era de ejercicio físico intenso. También tenían que huir de depredadores, luchar con rivales y escalar. Ahora el hombre moderno tiene que esforzarse menos y a su disposición tiene comidas procesadas sin fibra, industrializadas y densas en calorías; este desequilibrio lleva a sobrepeso y obesidad, creando depósitos de grasa, reservas que por un kilo tienen 7.000 calorías, energía compacta bien almacenada. Y crear un gasto de esas calorías no es fácil; el ejercicio, si no es vigoroso, gasta pocas calorías: media hora de ejercicio gasta 300 a 400 calorías aproximadamente. Si el paciente tiene obesidad, por ejemplo 15 kilos de exceso de peso, multiplique 15 por 7.000 ¿cuántas calorías guardadas? ¿cree que en media hora o una hora de ejercicio podría consumir esa reserva? No, por lo tanto el proceso de oxidación natural y disminución de la grasa es lento, debe ser continuo e ir acompañado de un buen plan nutricional calculado químicamente por el nutricionista/dietista certificado. Un dato importante es que tener masa muscular ayuda a gastar esa energía de grasa: el músculo gasta 24 horas de energía, no para; por tal razón es importante el ejercicio. La recomendación mínima de ejercicio semanal para mantenimiento muscular es de 150 minutos semanales, de acuerdo a la 0MS (0rganización Mundial de la Salud), y para poder observar cambios en la composición corporal, el tiempo de ejercicio vigoroso es de 300 minutos semanales, acompañado del plan nutricional. El cambio de hábitos no es fácil, debe ser paulatino y constante. La frecuencia de una actividad es la que hace la diferencia; la voluntad y las motivaciones que tenga el paciente son fundamentales en la transformación de la persona. El abordaje, la psiconutrición y la importancia de incluir a la familia en el proceso permitirá mantener un estilo de vida saludable, evitando y disminuyendo los casos de la pandemia del siglo, la obesidad.
*Nutricionista dietista
Diplomada en diabetes, envejecimiento y vejez
Hogar Madre Marcelina
Saminavarro86@gmail.com