Historia, gastronomía y parques
por Loor Naissir
Antes de abordar el avión que me llevaría a Lima ya había escuchado elogiosos comentarios de la capital del Perú. Pero una cosa es oír, y otra, ver. Como Santo Tomás: “Ver para creer”. Para mí que se quedaron cortos! Es una ciudad hermosa, acogedora y limpia, con un clima espectacular; una urbe donde reluce el verdor de sus prados, su arquitectura rococó y neoclásica contrasta con la moderna. Allí conviven armoniosamente distintos estilos. Fue fundada en 1535 y desde entonces llegaron los españoles y franceses.
Cada uno dejó su huella. Además de la calidez humana de su gente, es famosa en el mundo por su exquisita y variada gastronomía. Una constante fusión de sabores y texturas. El limeño quiere lo que siembra y todo lo que recoge de su campo lo lleva a su cocina fusión, su cocina gourmet, su cocina creativa y vistosa en su presentación. A vuelo de pájaro visitamos el centro histórico, el malecón, los parques más importantes, los restaurantes más reconocidos como la Rosa Náutica, Astrid y Gastón; y los dos barrios que se quedaron grabados en mi mente por sus nombres: ‘Miraflores’ porque hace honor a una ciudad en la que florecen las trinitarias de varios colores y otras especies; y ‘San Isidro’, por eso de lo que cantaba en mi infancia: “San Isidro labrador quita el agua y pon el sol”. Contrario a lo que dice el estribillo: allá no llueve, de vez en cuando cae una llovizna y muy pocas veces calienta el sol.
Este viaje confirma que nada es imposible cuando se quiere. Sus parques y jardines son atractivos por sus fuentes de agua, el verdor de los prados y el colorido de las flores. ¿Cómo lo hacen? Pues la municipalidad tiene la misión de regarlos todos los días y llevar agua hasta los amplios bulevares. El Centro Histórico es único en Suramérica. Dentro de este sector está la Catedral, una maravilla, una joya arquitectónica!!! Desde su entrada hasta su salida recoge la historia del catolicismo con pinturas e imágenes en yeso y detalles en pan de oro.
Por qué tantos cuadros e imágenes? Porque la colonización vino de la mano de la evangelización y los nativos solo creían en los dioses que veían: la luna, el sol y la tierra; y los sacerdotes misioneros se ingeniaron las pinturas para mostrarles que sí había un Dios, un hijo llamado Jesús, la Virgen María y unos santos; que existían el cielo, el purgatorio y el infierno; y se valieron de la inspiración de los artistas de la época.
En ese valioso templo también reposan los restos e imágenes de los santos peruanos como San Martín de Porras, Santo Toribio de Mogrovejo, Santa Rosa de Lima, San Juan Macías y San Francisco Solano. El Palacio de Justicia es majestuoso, es la sede principal de la Corte Suprema de Justicia, símbolo del poder judicial del Perú. Estas y otras edificaciones con largos balcones, y varias casonas que conservan su arquitectura fueron declaradas por la Unesco patrimonio de la humanidad. Otro día fuimos a la hacienda Mamacona, en las afueras de la ciudad, donde se puede disfrutar de un día campestre con caballos de paso y un delicioso almuerzo que incluye ceviche, de entrada; lomo saltado, de plato fuerte; y el suspiro limeño, de postre.
En este tour fueron incluidos los especialistas que participaron en el Congreso Panamericano de Otorrinolaringología, con la presencia de las eminencias de todo el mundo que llegaron a presentar sus innovaciones.
Fuimos a los tres mejores restaurantes de Lima, que están incluidos en los mejores del mundo; les agrego uno que queda en el centro comercial Larcomar, un poco más económico y se come delicioso! Se llama Mangos. Desde ahí se divisa el majestuoso océano Pacífico, cuyas frías aguas no permiten a nadie bañarse. El menú es variado, exquisito y con platos nuevos para el paladar. Compartimos esta velada con los barranquilleros Germán Morales y su querida y amable esposa, Silvia. No podía dejar de conocer el Museo arqueológico Larco, fundado en 1926 por el coleccionista peruano Rafael Larco Hoyle. Está a más de una hora del hotel Los Delfines, en San Isidro, donde nos hospedamos; todo depende del tráfico, que también es congestionado como aquí en las horas pico. En este museo están todos los tesoros de ese país. Exhibe galerías que muestran los 3000 años de desarrollo de la historia del Perú precolombino. Todas las piezas están dentro de una casa hacienda virreinal que data del siglo XVIII, la cual fue construida sobre una pirámide precolombina del siglo VII.
Para entrar a esta casa hay que pasar primero por un hermoso jardín. Una larga pared está forrada de buganvilias y el restaurante está rodeado de verde. Por eso una cosa es contar y otra ver de primera mano. Nos vinimos con el bello recuerdo de una ciudad que lo tiene todo: historia, modernidad, gente amable, variedad de productos y una gastronomía única.»