El Carnaval de la Vida
“Hay que cumplir carnavales… en vez de años”:
decir popular.
“La Vida es un carnaval”:
Celia Cruz.
“Cuando todo el mundo está loco, ser cuerdo es una locura”: Paul Samuelson.
Por Roque Herrera Michel
Psicólogo
Todo indica que la etapa de la vida que más se parece al Carnaval es la colorida juventud.
En diversas partes del mundo, cada febrero o marzo, emerge la figura del carnaval con la mismísima fogosidad y el ímpetu de la juventud y con el propósito de recargar a los bulliciosos celebrantes de la desbordante alegría y energías suficientes para enfrentar el resto de los 365 días del año.
Albert Einstein reforzó lo anterior al decir que “la juventud es el paraíso de la vida”. Precisamente algo que caracteriza a la juventud y lo asimila a los 4 días de ebullición carnavalera, es que en la inmensa mayoría de los seres humanos la adultez joven resulta ser la época de mayor vigor, actividad física y entusiasmo y en la que las energías físicas y mentales están en su mayor apogeo.
CARNAVAL Y JUVENTUD
Según la Real Academia Española, el significado de juventud es: Período de la vida humana que se sitúa entre la infancia y la edad adulta y que precede inmediatamente a la madurez.
Los poetas siempre asimilaron la juventud con la llegada de la época más colorida y hermosa del año: la primavera (en los países que hay las estaciones), las flores, la luz y el color.
Es de recordar que Celia Cruz cantaba con picaresca sabiduría que “la vida es un carnaval”. Resulta llamativo observar que a lo largo de los 365 días del año el ser humano pareciera repetir en los diferentes meses de este las etapas de su propia vida: Después de un enero aletargado, parsimonioso y lleno de sueños, llegamos, cual pre-carnaval, a la revolución de los instintos en la adolescencia y, ahí mismo en febrero o marzo, a la alegre y florida locura de la juventud similar a un frenético jolgorio carnavalero.
Es por eso que, el decir popular acuñó la frase: “Febrero y marzo son los mejores meses del año, porque son los únicos que tienen la alegría del Carnaval”
Siguiendo esta alegoría notamos que después de esta enardecida época juvenil (o carnavalera) pasamos a la sosegada y más razonada edad adulta comparable a los meses de Semana Santa. Luego llegan los tiempos de las afugias invernales que se equiparan a los años más duros de la vida, para posteriormente arribar a la otoñal edad de la adultez madura y terminar el ciclo vital anual en la espiritual época navideña en que nos acercamos al cielo reencontrándonos con Dios y con los seres más cercanos a nuestro corazón.
EN QUÉ SE PARECEN LOS CARNAVALES A LA “LOCA JUVENTUD”
Resulta llamativa la común relación de los carnavales con el fenómeno mental que algunos han llamado “la época loca de la vida”: La juventud. Así se le ha bautizado a esta etapa porque ser joven es disfrutar la vida de manera intensa y espontánea, es decir lo que venga en ganas sin tanto pensamiento crítico y prejuicios.
De igual forma, a similitud de los carnavales, la juventud es una etapa en que mucho se siente y poco se piensa. Como bien sabemos, en este periodo el ser humano se transforma, experimentando deseos por descubrir los secretos del mundo, de disfrutar el momento que está viviendo con el máximo de intensidad y alegría.
Simultáneamente en esta época surge el firme propósito de, siquiera por unos días, liberarse y revelarse de todas esas normas que la sociedad le ha impuesto al individuo durante su crecimiento y desarrollo.
También es el momento del despertar a la vida, en el que emerge el anhelo de alcanzar una identidad genuina muy distinta a la de los demás. Por eso el individuo se disfraza probando otras identidades que le ayudan a encontrar su propia personalidad… Su auténtico YO.
Simultáneamente la juventud y los carnavales representan en la mayoría de los homínidos la época de la rumba, de reír, de bailar y de gozar la cual suele coincidir con la llegada de una alta fogosidad hormonal, una elevada carga anímica y un desbordante optimismo vital. Por eso a la juventud y los carnavales se les cataloga como “la flor de la vida”.
Es de reconocer además que, como en algunos jóvenes inmaduros, durante el Carnaval existen quienes equivocadamente (tal vez bajo los efectos del exceso de alcohol) parecieran “enloquecer” realizando comportamientos desinhibidos y grotescos. Esto suele ocurrir debido a que estas festividades suelen crear un espacio para la liberación y la catarsis o para desfogar ilusiones reprimidas que nos permiten fugarnos de los problemas.
En esta efusiva época de jolgorio, el joven y el carnavalero quieren “comerse el mundo” y nadie le va a decir cómo vivir su vida. Algunos se sienten invencibles prevaleciendo en algunos momentos la imprudencia en la que, locos de contento y de soberbia, toman decisiones irracionales y realizan actos impulsivos sin la menor muestra de vergüenza.
Es por esto por lo que se hace necesario que en estos cuatro días en que la sociedad nos da una licencia transitoria para el desquiciamiento colectivo, se recurra al autocontrol y a la sensatez para así poder continuar siendo cuerdos el resto del año en medio de tantas exigencias de la vida moderna actual.
roquehmichel@hotmail.com