por Loor Naissir
La mente de Paulina Amín Pretelt está enfocada en el calentamiento global. Por eso sus obras reflejan esa preocupación a través de
abstractos llenos de color y fuerza pictórica.
Ella nació para el arte pero solo pudo desarrollar esta gran pasión cuando sus tres hijos crecieron y se retiró de Corelca, donde trabajó durante muchos años.
Cada pintura de Paulina es el testimonio de un momento histórico que se está viviendo en el planeta.
En un taller que ella acondicionó en su fresca y acogedora casa cerca al mar Caribe esta mujer de conversación amena, como buena costeña, despliega diariamente su gran dosis de creatividad.
Formada por las religiosas franciscanas del Colegio Biffi de su natal Cartagena, tiene al mar y a la tierra en su imaginario como los escenarios propicios para decir no más a la tala, a la deforestación, ese proceso provocado generalmente por el hombre, en el que se destruye la superficie forestal.
También en sus abstractos hay troncos que viajan por los mares para luego posarse en las orillas de cualquier puerto.
La cayena, esa hermosa flor representativa de Barranquilla, entró a su taller como una musa y hoy es la protagonista de una de sus pinturas, que se expone en estos días en la Galería de la Plaza de la Paz. La muestra se denomina ‘Un viaje a través de la luz’, que estará expuesta hasta el 19 de noviembre.
Allí, en diez pinturas en acrílico sobre lienzo en formato mediano y grande, resume la evolución que ha tenido en veinte años que lleva pintando.
Paulina estudió delineante de arquitectura en Cartagena y ha hecho muchos cursos de pintura, sobre todo en mezclas de color y sombreado. Además dicta talleres de pintura. Sus abstractos son únicos.
Vive enamorada de la música clásica, las baladas, el bambuco; en fin… de la música colombiana.
Desde hace siete años pertenece a la Tuna Mayor Corazonista, donde canta y toca guitarra.
Cada cuadro tiene un nombre, como si fuera un hijo. De un tiempo para acá tiene como mano derecha a su última hija, Nataly, quien es la que le abre puertas para mostrar sus obras, porque Paulina solo pinta, pinta y pinta.
Ella vive para el arte y vive del arte.