El virus sigue entre nosotros. No se ha ido!
Toda una familia contagiada y tratada por el Dr. Rafael Cotes
Esta historia es real… Sucedió en el norte de Barranquilla donde el coronavirus ha tenido rebrote y fuerte.
Soy Alberto casado con Carmen y tenemos dos hijos; uno casado y el otro vive con nosotros, pero antes de comenzar la pandemia estaba en Australia haciendo una especialización.
Mi alma me vino al cuerpo cuando el médico intensivista Rafael Cotes me llamó de la clínica para informarme que mi esposa estaba mejorando de la neumonía causada por el Covid-19 y que ya respiraba espontáneamente, con sus propios pulmones.
Después de varias semanas de estar internada y de haber perdido más de 10 kilos, su aspecto era cadavérico, pero viva y sin el respirador artificial.
No dejaba de dar gracias a Dios, a los médicos, a las enfermeras y a las cadenas de oración que hicieron nuestros familiares y amigos por nuestra salud.
Fueron muchos días de zozobra, de angustia, de llorar y llorar, de no saber qué hacer y de lo vulnerable que somos como seres humanos. Nadie sabe lo que vivimos encerrados en casa sin poder ver a mi hijo mayor, a su esposa y a mi nieto de un año y medio, porque ellos también entraron en aislamiento.
Fueron más de 40 días sin verlos, sin abrazarlos, nos hacían mucha falta. Cada día leyendo en Facebook los fallecimientos de familiares y amigos de la familia.
El viacrucis comenzó después de la llegada de mi hijo Pedro, el menor, quien hacía una especialización en Australia. “Lo trajimos de urgencia, en un vuelo humanitario. Ya estábamos viviendo el aislamiento obligatorio preventivo”.
Recuerdo que llegó con tapaboca y guantes, y me dijeron que no lo podía abrazar; “pero pudo más mi amor de padre que abrí mis brazos y lo apreté contra mi pecho. Ya en casa lo aislé en su habitación como medida preventiva, pero a los 5 días empezó a sentir dolor de garganta.
Esa noche llamé a la Secretaría de Salud para que le hicieran la prueba de Covid-19; y varios días después el resultado salió positivo. Afortunadamente toda su recuperación fue en casa con consultas médicas virtuales.
Recuerdo que habíamos aislado a mi esposa porque era muy peligroso que le diera a ella por sus antecedentes: operada de corazón, hipertensa y mayor de 60 años”.

Yo estaba sano. Había ido a comprar a un supermercado, a pie, porque está cerca de nuestro apartamento. Fui con todas las medidas preventivas -tapaboca y guantes; ese día había llegado la empleada doméstica de su pueblo y no le hicimos la prueba PCR. Estábamos confiados.
A los 5 días, a pesar del aislamiento, mi esposa empezó a tener fiebre.
Mi hijo mayor lloraba al saber lo que estábamos viviendo. Él con su esposa, su bebé y la empleada doméstica se hicieron las pruebas de laboratorio y salieron también positivos. Siguieron la medicación del doctor Cotes, en casa. No los podía visitar. Me llamaban por celular todos los días para saber cómo estaban.
Vivimos una cuarentena de dolor en cuerpo y alma. A mí me empezaron a dar todos los síntomas y me fui a la clínica, pero después de permanecer 6 horas en observación en urgencias, me mandaron a la casa con medicación.
Desde que mi esposa salió de nuestro apartamento, en ambulancia, no la volví a ver hasta que se recuperó y la prueba salió negativa. Me daban reporte de su mejoría por las tardes.
Todo volvió a la normalidad en mi familia, ambos vacunados. Faltan mis hijos que son menores de 30 años. Regresé a mi trabajo en casa con una visión distinta de la vida. Me he convertido en un ferviente devoto de la Virgen María, de misa los domingos por TV para sentir la presencia de Cristo en mi alma y en la de mi familia.
Seguimos cuidándonos.
Para que esto no nos pase!
Hay que seguir con las medidas de bioseguridad:
Lavado de manos, tapabocas y distanciamiento social.