Con la entrada en funcionamiento del ecoparque de Mallorquín, Barranquilla se consolida como ‘biodiverciudad’, siendo referente en el país y en el espectro internacional en la ejecución de grandes iniciativas de recuperación ambiental, con un impacto profundo en las condiciones de vida de los ciudadanos.
Por José Consuegra

El renacimiento de la Ciénaga de Mallorquín es una realidad. Con la apertura al público de esta obra emblemática del alcalde Jaime Pumarejo, ya es posible gozar y vivir de este importante espacio natural que durante más de 70 años se fue sumiendo en el abandono, la contaminación y la destrucción, y que hoy, ya recuperado, funge como pulmón ambiental de nuestra ciudad.
Al visitarlo, pude experimentar los excelentes resultados del saneamiento ambiental del humedal: se respira un aire puro y se avistan múltiples ejemplares de fauna y flora que regresaron a su hábitat. El agradable recorrido se realiza a través de cinco kilómetros de senderos tipo palafitos que entrecruzan este ecoparque, a través de los cuales es posible observar cuatro tipos de mangle, grandes helechos, más de 144 especies de aves y 36 especies entre peces, mamíferos, reptiles y crustáceos.

Este imponente proyecto contempla, además, la habilitación de espacios gastronómicos, zonas delimitadas para deportes acuáticos, aulas ambientales y áreas para el esparcimiento familiar. Así mismo, la unidad funcional 2, que entrará en funcionamiento en octubre, contará con un laboratorio especializado del Centro de Investigación e Innovación en Cambio Climático y Biodiversidad, Adaptia, de la Universidad Simón Bolívar. Esta sede científica contará con investigadores del más alto nivel y estará dotada de equipos de alta tecnología para el monitoreo y seguimiento del ecosistema, a fin de generar estudios sobre la biodiversidad, la caracterización genética de las especies y poblaciones de manglares, el manejo y conservación del germoplasma, la prevención del cambio climático y actividades educativas en pro de la conservación del hábitat.
El ecoparque se conectará con otras iniciativas distritales como la recuperación del tren turístico de Las Flores, que conducirá a Bocas de Ceniza y la playa urbana de Puerto Mocho.

Con la entrada en funcionamiento del ecoparque de Mallorquín, Barranquilla se consolida como ‘biodiverciudad’, siendo referente en el país y en el espectro internacional en la ejecución de grandes iniciativas de recuperación ambiental, con un impacto profundo en las condiciones de vida de los ciudadanos. Por ello, el comportamiento de los visitantes es trascendental para la conservación del ecoparque: cuidar los caminos, evitar contaminar el cuerpo de agua, no deteriorar la flora ni agredir la fauna, son algunas acciones necesarias para su gozo y protección.
¡Gracias, alcalde, por esta majestuosa obra que enaltece a Barranquilla!
Tomado de El Heraldo
Fotos cortesía de la Alcaldía tomadas por Giovanny Escudero
