Otro acto de amor de mamá adoptiva
Después de seis años de casados, cuatro de ellos agotados con tratamientos médicos para ser padres, Fernando Cepeda y Marisa Lacouture sintieron varias señales para tener hijos de otra manera: mediante la adopción.
Fue tanto el amor de ambos que decidieron adoptar no uno, sino dos, para conformar la familia que hoy tienen.
María Isabel y Fernando Andrés crecieron sabiendo que eran un regalo de Dios para la felicidad de todos.
Hoy son excelentes profesionales: Mari estudió Diseño y Administración en la Universidad de Parsons en Nueva York y Fernando es abogado de la Universidad del Norte y especialista en Propiedad Intelectual de la Universidad Sergio Arboleda.
La felicidad que le brindan sus hijos ha querido compartirla Marisa a todas las mujeres que sueñan con ser mamá.
Por eso se motivó a escribir un libro, después de haber hecho el taller de escritura creativa en el que renació y floreció su amor por la escritura, “y vi que podía por fin hacer algo que siempre quise hacer: ayudar a otros mediante mi testimonio”.
Antes de escribir Marisa recordó las palabras del psiquiatra argentino, Pablo Gagliesi, quien me preguntó un día:
“¿Qué hiciste para criar a tus hijos, cómo manejaron el tema de la adopción? He visto pocos casos como el de ustedes en las familias que he visto”.
Sí, esa fue su principal intención, ayudar a otros padres a decidirse por la adopción. “Enterarme que hay niños que crecen sin jamás ser adoptados, eso me hizo cuestionarme, me duele muchísimo y me motivó aún más. Quiero también ayudar a quitar el tabú que siempre ha rodeado la adopción y de esta manera lograr que los futuros padres adoptivos con dudas pierdan el miedo, lo hagan sin temor y abiertamente porque eso es lo mejor para las familias adoptivas, sobre todo para los niños”.
El libro es un sueño hecho realidad. Reconoce que jamás imaginó ser autora de este libro, “de mi libro y sobre todo, publicado por una gran editorial como lo es Penguin Random House! A veces aún no lo creo”.
Antes de escribirlo le consultó a sus hijos. “Afortunadamente, a la edad de ellos, superados muchos momentos duros y habiendo tratado nuestros duelos, fue más fácil que aceptaran. Además que ambos son parecidos a mí, con muchos deseos de ayudar a los demás, ya que estamos muy agradecidos con Dios, que nos dio esta oportunidad de tenernos y de conformar juntos nuestra familia”.

Los objetivos fundamentales del libro son
quitarle el tabú a la adopción, que se deje de manejar de esa manera oculta como si fuera un pecado o algo de lo que hay que avergonzarse.
“Que los niños y adultos adoptados no se sientan mal ni diferentes por el hecho de haber constituido su familia de una manera diferente
Lograr que más familias, inclusive aquellas que sí pueden concebir, la agranden por medio de la adopción.
Disminuir el número de niños que se quedan sin ser adoptados en el país, ojalá que más personas adopten sin tener en cuenta la edad, la raza, el sexo u otras características.
Que también dejen de juzgar a las madres biológicas que entregan a sus niños de esa manera porque nadie sabe las razones que tienen los demás para hacer sus cosas y entregar un hijo en adopción. Es una decisión muy dura que se toma cuando no hay nada más que se pueda hacer”.
Marisa ha logrado concientizar a las personas que han leído el libro, a mirar dentro de una familia constituida de una forma diferente y darse cuenta de que es lo mismo, que no hacen falta compartir el mismo ADN o sangre para que puedan sus miembros, amarse y respetarse por siempre, a mirar las cosas desde otra óptica. Varias personas que lo han leído me han llamado y escrito para decirme que el libro los convenció y les quitó las dudas que tenían. Igualmente familias adoptivas se han sentido plenamente identificadas, y me dicen que leerlo los ha ayudado muchísimo”.
Para ella la adopción ha sido el acto de amor que le dio la oportunidad de tener a su familia, lo más grande y lo mejor que le ha sucedido. “Es un acto de amor tan grande que mis hijos nos han dado todo, la posibilidad de ser padres, la mayor felicidad del mundo para nosotros”.
Decir que sus hijos son adoptados la llena de orgullo y satisfacción. “Jamás lo he ocultado porque nunca he sentido algo que se deba o tenga que ocultar”.
No recuerda el día que les dijo que son adoptados. “Fue a lo largo de los años y de diferentes maneras, hasta que ellos fueron entendiendo lo que había sucedido en sus vidas, siempre con la verdad por encima de todo. Ellos tampoco recuerdan un día especial en que se les haya dicho”.
Marisabel afirma que ha sido un proceso largo. “Tuvimos momentos muy difíciles pero creo que nos ayudó mucho el amor incondicional tan grande que les hemos tenido siempre; ellos saben y lo han sentido, para nosotros es igual que ellos sean o no biológicamente nuestros”.
Los esposos Cepeda Lacouture hubiesen querido más de dos hijos, una familia grande como la de ambos. “Dios quiso que fueran dos y que fueran ellos dos. Todo es perfecto y como tenía que ser!”.
Sus hijos se la llevan súper bien, siendo súper diferentes; se aman y se respetan como hermanos, y claro que también han peleado como todos los hermanos del mundo.