Por Loor Naissir
Uno de los periodistas más amenazados en los años 80 y 90 en Barranquilla era Manuel Pérez Fruto, quien cubría las noticias judiciales en El Heraldo.
Muchos delincuentes que fueron enviados a la cárcel no le perdonaban a Gaspito, como lo conocían en Santo Tomás, que les hubiese publicado sus fotos en el periódico. A él era que veían en los pasillos de la Policía y del Ejército, donde había hecho amistades que se convertían en sus fuentes de noticias.
Olguita Emiliani, entonces asistente de dirección del periódico, dijo una vez que Manuel era el único indispensable en la redacción, porque no sabía cómo hacía, pero conseguía informaciones confidenciales.
El recordado periodista y cineasta Ernesto McCausland admiraba su destreza para traer información y le ‘mamaba gallo’ porque, a pesar de que no era apuesto, las reinas de los barrios y de los municipios cuando llegaban al periódico preguntaban solo por él. ¿Qué era lo que tenía Manuel?
Carisma… y ese carisma fue el que vieron para ser contratado como actor al lado de Robert De Niro en la película ‘La Misión’. Una experiencia inolvidable para Gaspito, quien hizo un papel que duró un minuto y medio, en una noche llena de estrellas en las cataratas del Iguazú –entre Argentina y Brasil.
El hombre Tos (Manuel) dormía en una hamaca y el capitán Rodrigo Mendoza (Robert De Niro) lo apuñala hasta la muerte en La Misión (1985).
Fue su debut en la pantalla grande. Cinco horas de viaje, un mes de estadía, tres días de grabación y Manuel fue noticia nacional.
Fue una mamadera de gallo de los periodistas Marco Schwartz y Pedro Lara, patrocinados por su entrañable amigo Ernesto. Buscaban a una persona con facciones indígenas y estos compañeros lo llevaron al hotel del Prado engañado. Cuál sorpresa!!! sus colegas quedaron viendo un chispero, porque Manuel fue contratado entre cincuenta personas que se presentaron, entre ellos varios periodistas.
Ernesto llegó con la noticia al periódico y todos quedamos sorprendidos y emocionados. La redacción era como una segunda familia.
En esa época Olguita recibía todas las correspondencias que llegaban al periódico. Abrió la carta de La Misión y pegó un grito de alegría… Y corrió a la redacción: “Ahora tenemos redactor de muertos y actor de cine”, decía manoteando la misiva.
El director franco-británico Roland Joffé encontró en Latinoamérica el escenario para filmar La Misión, película ambientada en el siglo XVIII que trata sobre la labor de los jesuitas en las selvas, quienes a través de la religión imponían su civilización a los indígenas.
Un año después de filmada la película, en 1986, tres buses salieron de Santo Tomás repletos de amigos de Manuel para ver la cinta en los Cinemas de Barranquilla (Calle Murillo con la carrera 44) y qué decepción vieron al ‘hombre tos’ de rapidez y le decían “Cipote viaje para verte en menos de dos minutos y solo tosías”.
Manuel junto con el también periodista José Bolaño De la Hoz y otros tomasinos, crearon el Carnaval de su pueblo. Es la segunda fiesta más popular reconocida internacionalmente.
Además de su espíritu alegre, Gaspito es un ser muy especial, amable y de una gran calidez humana.
Ha tenido un matrimonio estable con Estela Morales y tiene cuatro hijos. Los nombres de sus hijos también tienen sus historias.
Manuel Gaspar, el primogénito heredó el suyo; Maristella, en honor a una ministra que admiraba; Karen Margarita, nombre que Diomedes Díaz menciona en uno de sus discos; y Julio Mario, por el empresario Julio Mario Santodomingo, pero el cura le quitó el Santodomingo porque era muy largo.
Jamás lo vi pelear con algún compañero en el periódico.
Cuando él estuvo como director de noticias de Radio Piloto, antes de ingresar a El Heraldo, llegué a buscar trabajo, como practicante y me abrió las puertas del noticiero.
Recuerdo que el primer día me prestó su grabadora pequeña; y para no pasar por ignorante, le dije que sí sabía manejarla.
Me pidió que entrevistara al entonces Secretario de Educación para saber su reacción frente a la manifestación de maestros.
Cuando llegué, el portero del edificio de la Alcaldía me preguntó que para dónde iba y le dije: ‘voy a hacer una entrevista’.
No me vio cara de maestra, entré como ‘Pedro por su casa’, llegué a su despacho y hablé con el funcionario.
Cuando regresé al noticiero Manuel empezó a buscar la grabación y resulta que grabé en off. Dios mío… qué desastre!!!
Pensé que iba a regañarme y echarme de una. Pero me sentó y me dijo que recordara lo que había dicho y salvó la nota. Era muy recursivo.
Después me mandó a entrevistar al General Álvaro Valencia Tovar, quien estaba de incógnito en Barranquilla y ahí sí grabé bien. Fue una chiva radial nacional. Solo practiqué un par de meses porque me salió un trabajo distinto al periodismo.
Volví a ver a Manuel cuando entré a El Heraldo, pero él en crónica roja y yo en sociales.
Recuerdo que él había dejado sus estudios de comunicación social por sus largas jornadas de trabajo. Salía de su casa en Santo Tomás a las 7 de la mañana y regresaba después de 10 de la noche. Se dedicó por completo a este absorbente oficio de periodista.
A mi memoria llegan muchos momentos vividos en la redacción en los que Manuel era el protagonista.
Cuando llegaba por las mañanas, lo encontraba en su puesto leyendo el periódico y me preguntaba… Oye Loor… Hoy no salió en sociales la señora Ilva de Pochet, ¿estará enferma?
Se leía las páginas sociales como si conociera y fuera amigo de la élite de Barranquilla. Le encantaba!
Una vez entró un taxista furioso lanzando improperios contra él porque le había dañado su hoja de vida publicando su foto. Afortunadamente no estaba en la sala de redacción.
A partir de ese día, Olguita prohibió que subiera a la redacción cualquier persona; por muy conocida que fuera debía tener cita y anunciarse.
Son muchas las anécdotas y vivencias que tiene Manuel en el ejercicio de su profesión. Hoy goza de su retiro pero sigue con La Voz de Oriente, un diario impreso y virtual, porque ha entrado a la era digital con la asesoría de su hijo Julio Mario, periodista, a quien visualizó cuando nació como un gran empresario como lo era Julio Mario Santodomingo.

La institución le entregó la llave simbólica de la oficina de Comunicaciones estratégicas y Prensa que lleva su nombre, la cual está ubicada en el segundo piso del Comando Central de la carrera 43, entre las calles 48 y 50 de la capital del Atlántico.
Felicitaciones para Manuel, Mañe o Gaspito… tres nombres para una persona noble, sencilla, sin pretensiones, amigo de sus amigos, incapaz de ofender, que cuenta sus historias con naturalidad… en fin para el periodista que se inmortalizó en el cine como el ‘hombre tos’.