Colaboración de María Olga Salazar Senior
Estamos iniciando un nuevo año en el que la energía, los buenos deseos y las expectativas están a flor de piel. Llevo casi un año sin escribir, y hoy me he levantado pensando cómo me ha hecho falta plasmar en palabras y compartir un poco de mis escritos con ustedes.
El 2022 fue un año de mucha incertidumbre y de auto conocimiento, pero sobre todo de aprendizajes. Aprendizajes que, con la ayuda de mi familia, mi trabajo, mi coach y mentor, me ayudaron a enfrentar las situaciones de una manera diferente. Una manera que en muchas ocasiones aún me sorprende, ya que ha sido con tranquilidad y serenidad, pero sobre todo con ese optimismo que tengo impregnado en mi ADN. También fue un año en el que vivir en un estado de ‘gratitud’, me permitió enfrentarme a situaciones en las que tuve que soltar ese control, que por muchos años he luchado para dejarlo ir. Entendí que muchas veces las renuncias son ganancias, que debo ocuparme de lo que sí puedo hacer y dejar de hacerlo por aquello que no se encuentra en mi dominio de acción e influencia. Aprendí a canalizar mi energía en lo verdaderamente importante y todos los días mirarme en un espejo reconociendo mis virtudes y defectos para trabajar a diario en ellas y lograr siempre ser mi mejor versión.
Iniciando este nuevo año hice un listado de las cosas que quiero para mí, para todos mis seres queridos y para mi país. Concluí que lo más importante sin duda es la salud, con ella podemos lograr todo lo que nos propongamos. También, salió a relucir una tarea que he tenido pendiente a lo largo de los años y quiero materializarla, especialmente en este 2023. Quiero seguir aprendiendo a disfrutar de todos los procesos que la vida ponga en mi camino, a enfrentar las situaciones sin miedo y con serenidad, pero sobre todo con el mismo estado de gratitud que he logrado cultivar durante el año que terminó. En este 2023, voy por 365 días de oportunidades para reír, llorar, caerme y volverme a levantar.
Muchas veces nos preocupamos tanto por el futuro, que dejamos ir ante nuestros ojos los momentos que se nos presentan. ¿Cómo puedo empezar a disfrutar del proceso? Una pregunta aparentemente sencilla, pero que exige mucha voluntad, concentración y visión de nuestra parte. Primero: el autoconocimiento, segundo: entender el para qué de las cosas y tercero y no menos importante: vivir en gratitud.
Por último, quisiera compartirles este poema de Charles Chaplin donde decía:
“Una sonrisa cuesta poco, produce mucho.
No empobrece a quien la da, ni enriquece mucho a quien la recibe.
Dura sólo un instante, pero perdura en el recuerdo eternamente.
Es la señal externa, de la amistad profunda. Nadie hay tan rico, que pueda vivir sin ella, y nadie tan pobre que no la merezca.
Una sonrisa alivia el cansancio, renueva fuerzas, y es el consuelo en la tristeza, tiene valor desde el comienzo que se da.
Si crees que, a ti, la sonrisa no te aporta nada, se generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de la sonrisa, como el que no sabe sonreír”
Y con este, quiero invitarlos a que todos disfrutemos de los procesos, a que con una sonrisa podamos entregar momentos inolvidables a quienes nos rodean. Tengamos un objetivo común, que es dejar una huella positiva en la vida de los demás y trabajemos juntos en mantener un estado de gratitud para recibir con mente abierta los retos que se nos presenten en este nuevo año.
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