El abogado y psicólogo barranquillero Dimas Martínez, invitado por el restaurante galería Casa Tua para presentar el libro ‘Asomándome al periodismo’, obra de la periodista y escritora Loor Naissir, dijo lo siguiente:

“Tomé el libro en mis manos y procedí a su vez a asomarme a su interior. Sin sospechar con lo que me encontraría: un relato de acontecimientos recogidos de la cotidianidad de los años que mediaron el siglo pasado, narrados con sencillez, claridad, fácil comprensión, sin ninguna otra pretensión que la de dejar el testimonio de una vida dedicada al aprendizaje del periodismo, profesión a la que llega por casualidad y como estudiante frustrada de medicina Loor Naissir.

El periodismo le sirvió como medio para ayudar a personas sin recursos económicos para cubrir los costos de la educación de sus hijos o para tener acceso a los servicios de salud.
‘Asomándome al periodismo’ captó mi atención desde la portada, no solo por los cuatro personajes que con su expresión corporal expresan la particular vivencia del momento que recoge la fotografía, sino también, por lo que se logra leer a las espaldas de quienes animadamente conversan: “A los dos días de publicada la nota, se enfermó su hijo y tuvo que llevarlo de urgencia al hospital…”. Definitivamente los 28 años de permanencia de Loor en El Heraldo fueron de aprendizaje, no es casual entonces que, la narradora en primera persona haya escrito: “gracias a mis contactos ayudé a un sinnúmero de personas a buscar citas médicas, cirugías, auxilios universitarios…”.

Este libro tiene características muy particulares, en mi caso, por ejemplo, la de hacerme sentir testigo y hasta partícipe de lo narrado, caminando al lado de los personajes de las historias traídas al hoy; esa la razón por lo que se hace la presentación del libro desde mi subjetividad, debido a que logró involucrarme en el libro, haciéndome partícipe con la detallada descripción del entorno de la ciudad, su realidad social, su cultura, costumbres, procesos económicos, políticos, de esa Barranquilla que corría por los finales de los 80 y se desarrollan en la década de los 90. Son las mismas calendas en la que contemporáneos de Loor, como ella, buscábamos la manera de abrirnos paso en nuestros oficios o profesiones. ‘Asomándome al periodismo’ era el asomándome a la vida de varios de los que hoy asistimos a este encuentro, quienes probablemente experimentan parecida sensación.
En muchas ocasiones, se tiene el deseo de hacer algo, de emprender una actividad, pero el deseo requiere, además, de una motivación y Loor la encontró, la encontró desde fuera de su interior, fue en Martha Guarín, su colega y amiga, y como no, quienes tenemos el privilegio de su amistad hemos encontrado en ella la amiga irrestricta, valerosa, que no conoce el egoísmo.

En cada página de ‘Asomándome al periodismo’, desde la primera, se evidencian los valores humanos que acompañan a la escritora, ser agradecida está en la esencia de su ser, sentimiento tan venido a menos por estos tiempos. El reconocimiento especial por el permanente apoyo recibido por el director de “su” periódico, Juan B Fernández Renowitzky, se asoma por todas partes. Otro de sus valores, la gratitud flamea como una bandera ante sus colegas y amigos dentro y fuera del periódico de sus amores, que le ayudaron a librar exitosamente las causas sociales en las que se vinculaba. Mención especial le merece Olguita Emiliani, la incansable consejera y maestra.
‘Asomándome al periodismo’ es una ventana que deja asomarse al conocimiento, a encontrarle significado al acontecer.
Me coloco al lado de Loor mientras rodeados de personas que no conocen nuestra historia me escuchan hablar del señor Antero Villanueva y de sus hijos, de Abraham Juan Molina y ven mis rasgos morfológicos, las apuestas serán en un mayor porcentaje de que el de Luruaco soy yo y no la niña envuelta en la burbuja de cristal, hija de inmigrantes sin retorno, pero con la ilusión de que las danzas, las hojitas de parra y los corderos les acercaran a su Líbano inolvidable, patria que enseñaron amar a sus descendientes que en el presente escuchan y aprenden la historia de sus antecesores para que sus memorias perduren y como ellos, sigan expresando con orgullo y satisfacción que Luruaco es su patria chica, en donde la niña Nuri preparaba los quibbes. Los recuerdos de los personajes no me permiten darle orden a lo que estoy escribiendo, resulta que ahora me encuentro con Rosita Cure. Hemos recogido otra enseñanza de Loor, sentir orgullo de dónde vengo, de mis orígenes y la fortaleza para frente a las dificultades, tener una respuesta adecuada para superarla.

Preservación en el rigor para el uso correcto de las palabras atendiendo el significado, su real significado, y no inventándolo o dar por cierto lo que se cree significa la palabra, virtud que la escritura reconoce le debe a Juan B Fernández. Qué buena cátedra de periodismo. ‘Asomándome al periodismo’ también introduce a los lectores por los campos de la filosofía y les aleja de la teoría cartesiana que privilegia la duda, Loor piensa desde niña sin dudarlo, que ella lograba lo que quería, y “así crecí”, asevera.
El trasegar de las personas del común queda descrito en el recorrido de un bus que llega hasta la Nevada de los buses. La salsa como ritmo privilegiado por aquellas calendas, hoy menos, Jairo Pava y todo lo que significó para los aficionados a la radio. Sigue filosofando Loor, los tiempos cambian y afirma que hoy no se atrevería, por miedo a hacer recorridos por la ciudad como aquellos de cuando llegó a Barranquilla.
Una recomendación, sin ser ese su propósito, el de ella es el de agradecer y reconocer la orientación recibida por sus padres, que es buena recordarla en cualquier escenario y en cualquier tiempo, “el tiempo que permanecí al lado de mis padres fue lo más valioso y enriquecedor de mi vida. Me enseñaron valores para que cuando llegara a la juventud tuviera las bases para que fuera independiente, como hoy lo soy: libre pensadora.
“Este libro, escrito con el alma, para que cuando crezca mi descendencia conozca la faceta de periodista de su abuela paterna”.

La escritora, no solo enseña en su relato, sino que además invita a la reflexión permanentemente, a que nos detengamos y valoremos hasta dónde estamos comprometidos como padres y abuelos con la educación de nuestra descendencia. De manera tácita Loor recuerda que el ser humano es la suma de las dimensiones biológicas, psíquicas, sociales y espirituales.
No todo permanece, los tiempos pasan, hoy los recursos tecnológicos no son los mismos de hace tres décadas, el Museo Romántico no es el mismo, de Olguita en El Heraldo queda el recuerdo de los gritos, la silueta de Ernesto McCausland, los pasos cansados de Chelo De Castro, las fotografías de los goles comentados por Fabio Poveda y una larga lista de personajes de aquella reciente ida Barranquilla.
Quedan muchos temas a los que referirse, personajes que fueron y son nuestros amigos como Jorge Daza, Ligia Cure, Gustavo Salazar, Humberto Caiaffa, Jesús Ferro, Orlando Abello, Claudia Cuello, la siempre recordada Thirsa Martínez, Martín Tapias, Carmen Peña, Érika Fontalvo, pero resulta que la idea no es resumir el libro, lo que queremos resaltar en esta presentación es que esta mujer, Loor Naissir, con el acompañamiento de Toño, como nos gusta llamarle, constituye para los periodistas un ejemplo de cómo ejercer con dignidad y decoro esta noble profesión.

Finalizo citando palabras de la autora que muestran lo que es su talante.
“Programé mi vida y lo que sería en el futuro. Me propuse ser feliz con lo que tenía y hacer felices a los que tenía a mi alrededor. Me propuse apartar de mi vida a las personas tóxicas y así lo hice. Ya ni me acuerdo de sus nombres, porque los vientos soplaron fuertemente para llevárselos y no me hicieran daño ni con sus sombras”.


