Charles King, cronista musical de Cartagena, narra realidades sociales y culturales en su champeta afrocaribeña.
DAVID LARA RAMOS
Las letras que canta Charles King revelan las historias de la urbe, la fuerza de palabras que provienen de algún palenque cercano y los contextos de una sociedad anómala que él ha descrito en sus líricas. Observa, escribe y canta: “Soy un cronista, así me siento porque vivo y reconozco las problemáticas de una población, de un país. Soy consciente de que hay que proponer el cambio y un cronista tiene la misión de informar, de proponer reflexiones, eso yo lo hago desde mis letras, mi música es un medio de comunicación, busco sensibilizar a la gente sobre cómo se vive en mi pueblo, en mi ciudad Cartagena”.
Carlos Reyes, como es su nombre de pila, nació en Venezuela el 3 de diciembre de 1966. Fue llevado al palenque de San Basilio cuando tenía tres años, allí creció al lado de sus dos pasiones. La primera, la música que acompaña rezos y cantos de lumbalú para despedir a los muertos. Recuerda las voces de Dolores Salinas, Graciela Salgado, Rafael Cassiani, Simancongo, Paulino Salgado Batata, Bartolo Cañate, entre otros, que se unían en una sola fiesta. Sin uniformes, sin pretensiones, no había grupos, era la comunidad entera que cantaba sus alegrías o sus tristezas que apaciguaban con responsos de lumbalú.
El niño Carlos Reyes disfrutó también de juegos y rondas hasta la madrugada, bajo la luz de la luna, la electricidad era solo un privilegio de la urbe. Cuando instalaron la electricidad, se reforzó su segunda pasión, el boxeo: “Mira, David, -lo anuncia con la medida de un verso- ser boxeador era el gran sueño de la gente de la periferia. Los jóvenes en Palenque estaban influenciados por los triunfos de Antonio Cervantes Reyes, ‘Kid Pambelé’, que es pariente mío y uno de los más grandes boxeadores del mundo, imagínate. Así que tras ese sueño me vine para Cartagena. Entrenaba con disciplina, me levantaba al filo de las cuatro de la mañana, corría más de ocho kilómetros, hacía sesiones de guanteo, volvía a correr, hacía abdominales, descansaba, en la tarde, volvía a la misma rutina, iba por mi sueño de ser campeón mundial como Pambelé”. Lea aquí: El regreso de Charles King, ‘El cronista de la champeta’
Soy un cronista, así me siento porque vivo y reconozco las problemáticas de una población, de un país”.
Chales King.
Hace una pausa. Respira, suspira y toma nuevo aliento para contar cómo la vida te devuelve a los caminos de la infancia. Se movía entre los sectores de Lo Amador, La Loma del Rosario, Chambacú, El Espinal y el Mercado público, donde su abuela Celestina Hernández vendía frutas maduras. En medio de su sueño de ser campeón de boxeo, Carlos Reyes se encontró con Melchor Pérez, Justo Valdés, Viviano Torres y Cecilio Torres Casseres, quienes hacían parte de la agrupación Son Palenque.
“Ahí vuelvo a lo que era de niño, y ahí empezó todo mi proceso. Comencé como bailarín al lado de Viviano Torres, con quien se nos ocurrió revolucionar de alguna manera la música palenquera agregándole elementos de las músicas africanas que sonaban en los picó. Se conformó Anne Swing, que es el primer grupo de champeta que recogió todas las riquezas culturales, no solo del Caribe colombiano sino también del Caribe insular y de África”.
Carlos Reyes, a sus 16 años, aún soñaba con ser campeón de boxeo. Competía como amateur y buscaba reconocimiento, pero las desveladas como bailarín, corista y cantante afectaban su rendimiento, llevándolo a enfrentar derrotas en el ring. Lea también: Charles King, un grupo “bacano” que sigue de moda
El sueño de ser como Pambelé se diluyó. “Ser deportista comienza con la disciplina, el trasnocho es incompatible con ser deportista, eso me afectó mucho, hacía una que otra pelea, seguía cantando, a veces llegaba de tocar y me iba para el gimnasio, imagínate. Así que un día le dije al entrenador: ‘Yo no vengo más’. Fui honesto y abandoné ese sueño, seguí con la música, además porque las condiciones económicas eran duras, yo ayudaba a mi abuela a vender sus frutas, hacíamos recorridos por Bocagrande, Manga, yo iba atrás, ayudándole a bajar y subir la porcelana, pero ese dinero no alcanzaba, con la música me hacía mis pesos buenos”.
Cuando Charles King comenzó a ganar dinero con la música se dio cuenta de que podía seguir una carrera de éxitos. Tomó la disciplina de aquellos días como boxeador y la implementó en su carrera musical. En los años 80, con la agrupación Anne Swing hizo conciertos y giras por Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali, Bucaramanga. A comienzos de los años 90, concibió la idea de construirse como solista: “Armamos un grupo que se llamó Casta, era como una disidencia de Anne Swing, también estaba Viviano Torres. Nos fuimos para Medellín a grabar y a tocar, era una buena plaza en aquel entonces. Recuerdo que llegamos a Clar Bar, un lugar donde tocaba Juanes y que hacía parte de la banda Ekhymosis”.
Los jóvenes en Palenque estaban influenciados por los triunfos de Antonio Cervantes Reyes, ‘Kid Pambelé’, que es pariente mío y uno de los más grandes boxeadores del mundo”.
David Lara.
A comienzos de los 90, cuando los bailes de champeta comenzaron a popularizarse, y los dueños de picó se convirtieron en productores, Charles King con su grupo Casta regresó a Cartagena y se sumó a la fiebre picotera del momento. Tuvo malas ofertas, lo recuerda muy bien: “Yo, inicialmente, me resistí a grabarle a los picós, porque siempre hubo mala paga, llegó Santander Ríos, un productor que me hizo una oferta justa y ahí grabé mi primera canción, La piraña, luego la segunda, La casa de bambú, en esas letras cuento historias, situaciones reales, que es lo que me convierte a mí en un cronista, un narrador sobre las historias de mi ciudad, que están en temas como El abogado corrupto, La guerra de los callaos, El bicarbonato, La limosnera, Los peces grandes, entre otras”. Lea también: El canto de Charles King
Charles King cuenta que cursó hasta tercero de primaria, y que estudió en una nocturna porque desde niño estuvo trabajando al lado de su abuela, pero recuerda que compuso desde niño cuando aún no sabía ni las vocales: “Yo inventaba canciones, eso me lo recordó una amiga de la infancia con la que jugué en Palenque, ahí supe por qué yo era un artista, por qué yo era compositor y por qué yo era el cronista de mi tierra”.
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Charles King hablará del origen de las letras de sus canciones con el investigador y docente Germán Rey, este 28 de octubre de 2024, durante la Semana de la Comunicación/ Días de la palabra que organiza el programa de Comunicación Social de la Universidad de Cartagena.
Tomado de El Universal