a punta de flores y serenatas él conquistó su amor
por Loor Naissir
Son 56 años juntos por amor. José Lapeira y Emma Buitrago, o Emita, como la llaman sus amigas, han vivido momentos felices y también han sorteado algunos difíciles; pero ahí siguen “hasta que la muerte los separe”, como les dijo el sacerdote el día que se casaron, el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, en la Iglesia de la Inmaculada Concepción con una elegante e inolvidable recepción en el Hotel El Prado y una luna de miel de un mes por Nueva York, Washington y Miami.
Ambos son efusivos, cariñosos y cuentan su amor como si estuvieran de novios.
Él toma la vocería porque se siente viviendo la época feliz cuando le llevaba flores y serenatas todos los sábados.
Manejaba con su papá, Ricardo Lapeira, una fábrica de uniformes industriales. Por eso a los 22 años era un empresario, pero la mamá de Emita, doña Emma Tovar, lo tenía en un concepto distinto: noviero y parrandero.
Desde el día que José la conoció sus ojos solo miraron los de ella: bellos, despiertos y llenos de una luz indescriptible.
No tuvo más tiempo que para Emita.
Su primer encuentro con ella fue como mandado por Dios.
Un amigo lo había llamado temprano para que lo acompañara a salir con una joven que le gustaba pero que no la dejaban salir sola, sino con una prima. Una cita a ciegas, él no estaba acostumbrado. Sin embargo accedió para complacerlo.
Cuando llegaron a buscarlas… les dijeron que ambas estaban en un cumpleaños. El mensaje que dejaron fue que fueran a recogerlas allá.
Bueno… era el cumpleaños de Emita. José cuenta que llegaron a la fiesta con la idea de que las chicas salieran pero fueron invitados a entrar.
“Nos dieron pudín y helado y me la pasé hablando y bailando con Emita. “Desde ese primer día me encantó, pero tenía varios pretendientes.
Después supe que sus papás se habían ido a Nueva York con ella y duraron 3 meses fuera.
En una Navidad, Lydia de Gerlein, le contó que había llegado a la ciudad y le pedió que la llamara.
“Me tocó espantarle cada uno de los amigos cercanos que tenían la intención de conquistarla”, dijo él.
Comenzaron a llover las flores y las serenatas todos los sábados.
Ella se ríe cuando él recuerda esos detalles de amor.
Emita se dio cuenta de que estaba enamorada el día que le llevó serenata a Puerto Colombia; estaba temperando con unas amigas y él llegó con el tropel.
Le dijo a los músicos que tocaran hasta que ella dijera que sí.
Las amigas se cansaron de que ellos no se iban y la convencieron de que dijera el SI para que se fueran y las dejaran dormir.
José calló a los músicos para escuchar el “Sí” de la voz de Emita.
Y a partir de ahí comenzó la historia de amor de esta pareja que es muy querida en los círculos sociales de la ciudad.
Emita se ha destacado en la decoración de eventos, arte que heredó de su mamá.
Él alternó su empresariado con el consulado de Panamá y la política por amor a su ciudad.
José recuerda que el día de su matrimonio el papá de Emita lo tomó del brazo y le habló al oído: “Cuida mucho a mi hija”. Y después José escuchó que dijo: “Gracias a Dios, por fin voy a dormir tranquilo los sábados. Se acabaron las serenatas”.
El día antes del matrimonio José se apareció con un camión lleno de músicos: la orquesta salvadoreña de Lito Barriento, bajo la dirección Alberto Carbonell.
Era el día del censo nacional y muchos de los invitados, aburridos en sus casas, se fueron a parrandear a la casa de la novia.
Doña Emma, al quedar viuda, vivió con ellos y le decía a sus amigas que José era el hijo que ella no tuvo.
De este matrimonio nacieron José Gabriel, el tigre Lapeira, empresario de la gastronomía, y Carlos Eduardo, ortodoncista; dos hijos maravillosos que le regalaron dos extraordinarias hijas: Leticia Pumarejo y Silvia Gerlein.
“Hemos tenido dificultades que hemos transformado en bendiciones porque nos han unido más.
Como cuando nació el segundo hijo, de seis meses y medio, y tuvimos mucho miedo”.
Años después llegó Sofía, con Down, la reina de la familia, la niña más dulce y cariñosa del mundo que nos hace olvidar cualquier problema.
Ella es el ejemplo vivo de que Dios nos quiere unidos hasta que él lo decida”.
Los esposos Lapeira Buitrago son los felices abuelos, además de Sofi, de José Carlo, Valentina, Catalina y Nicolás.
Viva el amor!!!