El empresario barranquillero Christian Daes lo premió con 50 millones de pesos.
el costeño que hace historia en los Olímpicos
Un final feliz. Así podría resumirse la historia de Anthony Zambrano, guajiro de nacimiento y atlanticense de adopción, que le entregó a Colombia la medalla de plata en la exigente prueba de los 400 metros planos en los Juegos Olímpicos de Tokio.
El espigado corredor costeño, huérfano de padre desde temprana edad, y con un solo mes de nacido, fue traído, en 1998, desde su natal Maicao hasta la capital del Atlántico por su madre, Miladys Zambrano, quien con ahínco y sacrificio, como trabajadora doméstica, lo sacó adelante.
“En Barranquilla lo registré con mis apellidos y luchamos juntos. Las cosas no trascurrieron propiamente sobre un lecho de pétalos de rosas. Pasamos muchas dificultades y él desempeñó diferentes oficios para salir adelante: fue ayudante de albañilería, mecánico y mototaxista”, anotó Miladys, en una entrevista concedida a un canal de televisión.
A sus 23 años, Anthony obtuvo la preciada presea en los Olímpicos de Tokio, tras cumplir el recorrido en 44 segundos y 8 centésimas. El oro quedó en poder del bahameño Steven Gardiner, y el bronce fue para el granadino Kirani James, rey olímpico en Londres y segundo en 2016 en las justas de Río de Janeiro.
Por primera vez en los anales del atletismo olímpico, un colombiano llega al podio en carreras de pista.
El atletismo, Anthony lo arrancó en el colegio María Cano, ubicado en el barrio Las Palmas, en el sur de Barranquilla. Su primera competencia oficial la realizó en los Juegos Supérate, en 2012, y ocupó el primer puesto.
Como no era un estudiante sobresaliente terminó validando en un curso con jóvenes de Hogares Crea y algunos otros que estaban en correccionales. Gracias a sus condiciones para correr logró notoriedad.
Orlando Ibarra, presidente de la Liga de Atletismo del Atlántico, recuerda que tan pronto lo vio pisar la pista atlética detectó en él a un atleta con un porvenir venturoso.
En 2015, Anthony ocupó el séptimo puesto en el mundial juvenil de Cali. Al año siguiente, a meses de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, ya estaba preparado para correr en el equipo del 4X400. Sin embargo, una lesión lo hizo perderse de las justas orbitales. La falta de apoyo en el país lo desilusionó hasta el punto de llegar a pensar en el retiro.
Fue entonces cuando el entrenador cubano Nelson Gutiérrez, de manera providencial apareció en su vida, y le prometió que si se iba con él lo llevaría al firmamento, a brillar con las estrellas de la velocidad. “Eso sí –le dijo el cubiche-, tienes que radicarte de tiempo completo en Quito, Ecuador”. Así lo hizo Anthony. En el hermano país tiene edificada su sede fija.
En 2018 se quedó con el oro en el Sudamericano de Atletismo Sub-23, tanto en la final de los 400 metros planos, como en el 4X400.
Para 2019 Zambrano explotó con brillantes. Fue subcampeón en el Mundial de Doha; obtuvo el oro panamericano, y en las fases clasificatorias a Tokio 2022 derrochó autoridad, ganando los 400 metros en el Meeting Resisprint International, con registro de 44.68.
Y ahora sella su momento de máximo fulgor con la medalla de plata para darle un final feliz a su historia.